miércoles, 23 de septiembre de 2009

Nicolás Maquiavelo, cómo llegar a la cima de la corporación (y mantenerse ahí)


Pocos pensadores han sido tan leídos, odiados y malinterpretados como el filósofo y diplomático renacentista florentino, Nicolás Maquiavelo (1469-1527). Un completo manual para sobrevivir (a cualquier precio) en la jungla corporativa...

Por Federico Ast

La ópera prima maquiavélica, "El Príncipe" (1513), es uno de los libros más polémicos de todos los tiempos. Prohibida por la Iglesia, estuvo en la mesita de luz de líderes del calibre de Luis XIV, Napoleón Bonaparte y Benito Mussolini. Con ella, buscaban refinar su comprensión de la dinámica del poder y consejos para mejorar su efectividad en las artes del gobierno.

Ahora, en un siglo XXI donde las corporaciones son tan poderosas y complejas como muchos estados, El Príncipe se "aggiorna" hasta convertirse en un libro de cabecera para ejecutivos ávidos por trepar a la cúspide corporativa (y de CEOs que pretenden mantenerse allí). Veamos algunos consejos maquiavélicos:

1) La moral y la política son como el agua y el aceite

Maquiavelo dixit: "Hay dos maneras de combatir. Una, con las leyes. Otra, con la fuerza. La primera es distintiva del hombre. La segunda, de la bestia. Pero como a menudo la primera no basta, es forzoso recurrir a la segunda. Un príncipe debe saber entonces comportarse como bestia y como hombre"

2) ¿Conviene cumplir las promesas?

Maquiavelo dixit: "Un príncipe prudente no debe observar la fe jurada cuando semejante observancia vaya en contra de sus intereses y cuando hayan desaparecido las razones que le hicieron prometer (…) La experiencia nos demuestra que son precisamente los príncipes que han hecho menos caso de la fe jurada, envuelto a los demás con su astucia y reído de los que han confiado en su lealtad, los únicos que han realizado grandes empresas"

3) ¿Es mejor ser amado o temido?

Maquiavelo dixit: "Nada mejor que ser ambas cosas a la vez; pero puesto que es difícil reunirlas, es más seguro ser temido que amado (…) El amor es un vínculo de gratitud que los hombres rompen cada vez que pueden beneficiarse; pero el temor es miedo al castigo que no se pierde nunca".

4) ¿Ser o parecer?

Maquiavelo dixit: "No es indispensable que un príncipe posea virtudes. Pero es indispensable que aparente poseerlas. Tenerlas y practicarlas es siempre perjudicial, y el aparentar tenerlas, útil. Está bien mostrarse piadoso, fiel, humano, recto y religioso, y asimismo serlo efectivamente: pero se debe estar dispuesto a irse al otro extremo si fuera necesario".

¿Habíanse oído tan inescrupulosos consejos del vale todo? Queda claro que al filósofo florentino no le preocupaba el qué dirán. Hasta proponía como paradigma del gobernante perfecto a uno de los políticos más viles de todos los tiempos (al menos, hasta el siglo XX): el inefable Cesare Borgia (1475-1507), de quien se cuenta que mandó a matar a su hermano para llegar al trono.

Maquiavelo nos legó un manual para la obtención y gestión del poder, un recetario que no deja de asombrarnos por la actualidad de sus reflexiones sobre governance, liderazgo, selección de capital humano (de hecho, hasta brinda consejos sobre cómo elegir a los asesores) y motivación.

Sigamos por este último punto. Tal vez el mayor aporte maquiavélico para todos los tiempos es su minucioso análisis de los incentivos de la acción humana. Su filosofía política supone una naturaleza humana asombrosamente perversa, cuyo valor moral se resume en una célebre máxima de El Príncipe: "Los hombres olvidan antes la muerte del padre que la pérdida del patrimonio".

¿Cómo puede un príncipe (o CEO) liderar una organización de diablos?

La clave: un diestro manejo de los incentivos, básicamente, el temor (que un siglo más tarde, el británico Thomas Hobbes declararía como la "pasión política" por excelencia). En concreto: para sobrevivir, el príncipe no tiene otra alternativa que ser más hábil y más duro que quienes pretenden derribarlo.

Sin embargo, lee mal a Maquiavelo quien crea que su objetivo se limita a brindar consejos (léase triquiñuelas) para la acumulación de poder personal. Los métodos non-sanctos que propone tienen, muy en el fondo, un sentido ético.

Un príncipe que guía éticamente todas sus acciones es, en última instancia, peligroso. Será la organización quien pague su debilidad (por disolución del Estado o quiebra de la empresa). Esta es la controvertida moral maquiavélica. El individuo no es nada. La organización es todo (y todo vale para preservarla).

Así, desde la bella Firenze del cinquecento, Maquiavelo nos legó un polémico manual para el coaching de CEOs dispuestos a lo que sea, no para su provecho personal, sino para el bienestar de la organización.

Federico Ast
Editor de MATERIABIZ

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