Economistas y administradores, a veces, parece como si vivieran en dos mundos diferentes. Harvey Leibenstein logró reconciliarlos...
Por Ricardo Crespo (IAE)
El enfoque dado por los economistas a sus análisis de la empresa suele ser muy distinto de aquel de los graduados en negocios. Los economistas suelen aplicar a la empresa herramientas propias de su mentalidad particular, al margen de las preocupaciones reales de los administradores. Sin embargo, quisiera presentar una honrosa excepción.
Harvey Leibenstein nació en Rusia en 1922. Estudió en Canadá y Estados Unidos y fue profesor de la Universidad de Harvard desde 1967 hasta su retiro en 1987. Veamos algunos de sus principales aportes...
La teoría de la "Eficiencia-X"
Dice Leibenstein: "La teoría microeconómica convencional se ocupa de la eficiencia de asignación o de mercado. Sin embargo, no hay mercados dentro de las organizaciones productivas. No podemos suponer sencillamente que tales organizaciones manejan sus asuntos de la mejor manera posible, como lo implica el supuesto convencional de la minimización del costo. Lo que he denominado ‘teoría de la eficiencia X’ se ocupa del tipo de ineficiencia que resulta de las oportunidades perdidas de utilizar los recursos existentes dentro de las organizaciones productivas. Esta teoría intenta analizar tales ineficiencias y determinar sus consecuencias. Se ocupa de todos los tipos de ineficiencia no asignativas."
Las ineficiencias que resultan de la carencia de motivación para un comportamiento verdaderamente económico (léase, el más eficiente uso posible de los recursos) no caben en el supuesto de maximización y en el de la minimización de los costos.
Para Leibenstein, la minimización del costo es más la excepción que la regla, y se produce bajo un alto grado de presión externa a la organización (la competencia). La mayoría de los individuos son no maximizadores la mayor parte de su tiempo. ¿Cómo se explica esto?
Buena parte de nuestras actividades están reguladas por los hábitos, la rutina o convenciones bien enraizadas. Entonces, cuando tomamos decisiones, la mayoría de las veces nos basamos en cálculos imperfectos y parciales.
Es decir, mientras que el análisis microeconómico convencional parte de una unidad económica (típicamente, el hogar) y desde allí, analiza el mercado, Leibenstein hace el camino previo de la unidad personal a la firma, y encuentra que la mayor parte de las ineficiencias se producen en esta parte del camino.
Estas ineficiencias consisten en la incompetencia tecnológica proveniente de una resistencia de inercia psicológica o cultural a modernizar el equipo, y en la incapacidad o rechazo al cumplimiento de las relaciones, roles y obligaciones organizacionales.
Los hábitos, convenciones, fidelidades (no olvidemos de que gran parte de las empresas continúan siendo empresas familiares) que dan origen a las decisiones no responden al principio de maximización.
Existen zonas de "inercia" donde no se aplican las funciones: la sensibilidad a los cambios es baja, y sólo se activa cuando la presión es grande. Y, aún bajo presión, persisten pues siempre se mantiene una cierta desutilidad en el esfuerzo.
Empresario y Desarrollo
Como complemento de la teoría de la eficiencia X, Leibenstein encaró un análisis de la función del empresario en el desarrollo económico. El modelo competitivo standard oculta la función vital del empresario.
Leibenstein distingue entre dos tipos de actividad empresarial. El "empresariado rutinario" se limita a coordinar y ejecutar los pasos que conducen a la eficiencia asignativa.
En cambio, el "nuevo empresariado" debe contar con la capacidad para obtener y usar factores de producción que no se encuentran en un mercado perfecto, de buscar, descubrir y evaluar información y nuevas oportunidades económicas, de obtener los recursos financieros, de asumir riesgos, de proveer un sistema motivacional dentro de la empresa.
En definitiva, requiere un talento que es escaso, para cubrir deficiencias inherentes a cualquier proceso o mercado. Debe manejar datos psicológicos, motivacionales, socio-culturales, políticos. En otras palabras, así opera el empresario real, el empresario que, en su trabajo, se convierte en el motor del crecimiento económico.
Así, a lo largo de sus investigaciones, Leibenstein dio en el clavo sobre la divergencia de intereses entre los departamentos de economía y las escuelas de negocios. Mientras que los primeros suponen que las empresas son maximizadoras incorregibles y que los problemas son sólo asignativos, los segundos, más realistas, se fijan en la necesidad de conseguir mejorar la eficiencia en el interior de la misma firma.
Así, Harvey Leibenstein goza del privilegio de haber sido uno de los pocos economistas que comprendieron realmente y a fondo el mundo de los negocios y la cuestión empresarial.
de http://www.materiabiz.com/
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