El calentamiento global parece la gran crisis que enfrentará la humanidad en los próximos años. Pero, en este contexto, algunos han encontrado una oportunidad. Conozca el perverso modelo de negocio de Mr. Heat para lucrar con el cambio climático...
Por Federico Ast
Salía yo de mi oficina sin más deseo que desplomarme sobre mi cama tras una semana infernal de trabajo.
Pero no era un profundo descanso lo que el destino me tenía reservado para aquella brumosa noche de humos del litoral.
De pronto, dos sujetos impecablemente trajeados me abordaron a pasos de mi auto.
"Venga con nosotros", me dijeron mientras me abrían las puertas de un imponente Mercedes Benz, "le daremos el reportaje de su vida".
"Disculpen", repuse, "pero yo no los conozco y no iré a ningún lado con ustedes. Buenas noches."
"Es su elección", contestaron, "pero Mr. Heat estará aquí sólo una noche. Será la única oportunidad que tendrá en su vida para conocerlo".
No sé por qué lo hice. Pero cerré los ojos, respiré profundo y me zambullí en el vehículo.
Protesté cuando me vendaron los ojos. Pero sólo recibí una lapidaria respuesta: "Es el precio de conocer a Mr. Heat".
Tras una hora de viaje, me hicieron bajar del Mercedes. Caminé una decena de pasos sobre un suelo blando (¿césped, quizá?) e ingresé a una habitación.
"Bienvenido", dijo una voz detrás de mí con inconfundible acento inglés, "Soy Mr. Heat. Disculpe tanto misterio. Pero soy muy celoso con el resguardo de mi identidad. Ahora, le quitaremos las vendas si promete no darse vuelta. Usted no debe verme el rostro".
MATERIABIZ: De acuerdo... Ahora explíqueme quién es usted y qué quiere de mí.
Mr. Heat: Soy un apasionado emprendedor embarcado en el mayor negocio de todos los tiempos.
MATERIABIZ: Mire, si usted es un narcotraficante, terminemos aquí esta conversación. No me interesa conocer su mundo de ilegalidad.
Mr. Heat (riendo con ganas): ¿Narcotraficante? Usted se equivoca de punta a punta, amigo. El número uno del mayor cartel de la droga no me llega ni a los talones.
MATERIABIZ: Bien, lo escucho.
Mr. Heat: Usted lee los periódicos y sabe que el cambio climático está enfrentando a nuestro planeta a una situación terminal.
La desmesurada emisión de gases carbónicos ha incrementado la temperatura media de la Tierra en casi un grado durante el último siglo.
Diversas proyecciones aseguran que la temperatura subirá entre uno y siete grados en las próximas décadas.
El fenómeno impactará violentamente sobre nuestro estilo de vida y las oportunidades de supervivencia de nuestra especie.
Los océanos desbordarán, habrá cambios en las precipitaciones, inundaciones, sequías.
En síntesis, una severa disrupción en el ecosistema provocará crisis agrícolas, hambrunas, migraciones masivas y guerras por los recursos...
MATERIABIZ (impaciente): Sí, yo también he visto el documental de Al Gore. ¿Usted me ha hecho venir aquí para contarme esto?
Mr. Heat: En realidad, he venido a contarle cómo la crisis climática puede ser una gran oportunidad de negocio.
Más concretamente, el negocio de evacuar la Tierra cuando la situación se vuelva insostenible...
MATERIABIZ (tras un silencio de varios segundos): ¿Evacuar la Tierra? ¿Está usted de remate?
Mr. Heat: ¿Qué tiene de asombrosa la idea? El cine y la literatura han fantaseado muchas veces con la migración de la humanidad a otros planetas y galaxias.
El calentamiento global será el detonante que permitirá la concreción de aquel viejo anhelo.
Cuando la atmósfera se vuelva irrespirable y se agoten los alimentos, mis clientes y yo subiremos a una nave espacial y colonizaremos el espacio.
MATERIABIZ: Disculpe, pero no lo estoy siguiendo. ¿Usted quiere decir que planea vender pasajes en una nave espacial?
Mr. Heat: En realidad, ya he vendido muchos asientos. Y con el dinero recaudado planeo construirla.
La tecnología no es una restricción. Actualmente, disponemos del conocimiento (o lo tendremos en un corto plazo) para construir naves perfectamente aptas para un largo viaje intergaláctico hasta encontrar un nuevo hogar para la civilización.
MATERIABIZ: Sólo por curiosidad... ¿Cuánto cuesta el pasaje?
Mr. Heat: Si lo compra ahora, con décadas de anticipación, 100 millones de dólares. Aunque, desde luego, el precio irá subiendo a medida que se aproxime el momento de la partida.
MATERIABIZ (con todo el sarcasmo imaginable): O sea que usted está cobrando 100 millones de dólares por un pasaje en una nave espacial que todavía no ha construido y que sólo podrá ser utilizado dentro de algunas décadas. ¿Cuántos lugares ha vendido?
Mr. Heat: Por ahora, 200 lugares a billonarios del ranking de Forbes. Debo aclarar que los boletos, en caso de fallecimiento de su titular, son transferibles a sus descendientes.
Es una pena que usted haya elegido el autocomplaciente camino del sarcasmo. Pero si lo piensa bien, el modelo de negocio es perfectamente consistente.
Para un cliente del ranking Forbes, 100 millones de dólares es apenas una pequeña parte de su patrimonio.
Y esta pequeña inversión no sólo lo mantendrá con vida cuando este planeta se vaya al demonio sino que también le otorgará el privilegio de ser un continuador de la especie humana en una experiencia intergaláctica.
Al mismo tiempo, esta inyección de fondos frescos me permite ampliar la escala de operaciones. Mientras más dinero recaude, más naves podré construir y más gente se salvará del desastre.
MATERIABIZ: Ahora bien, ¿cómo logran que una persona pague tantas toneladas de dinero por la promesa de un servicio que recibirá dentro de muchas décadas? Esto me huele a estafa...
Mr. Heat (con una sonrisa): Me habían dicho que los argentinos son desconfiados... Para emprender un proyecto de semejante envergadura, se necesita mucho capital social. Yo soy una persona muy bien conectada en altos niveles. Mis potenciales clientes saben quién soy y no dudan de mi palabra.
MATERIABIZ: Por otro lado, tengo entendido que todavía no existe un consenso sobre el impacto del calentamiento global.
Tal vez ocurra el cataclismo que usted prevé. Pero también es posible que el impacto no sea lo bastante severo como para justificar una evacuación del planeta...
Mr. Heat: Mire, usted no está tratando con un improvisado ni, mucho menos, con un estafador.
Antes de embarcarnos en el proyecto, hemos dedicado varios años en realizar toda clase de análisis de factibilidad y evaluaciones de riesgos.
Hemos corrido cientos de simulaciones de Monte Carlo para considerar los distintos escenarios.
Las probabilidades de que el cambio climático no represente una severa disrupción en nuestras vidas son insignificantes. Le guste o no, este planeta se dirige hacia el abismo.
Pero, en el altamente improbable caso de que no llegue el Apocalipsis, todos nuestros clientes recibirán de nuevo su dinero más la tasa LIBOR.
MATERIABIZ (con otra sonrisa sarcástica): En cuyo caso, su negocio sería estrictamente financiero... Veo que cierra por todos lados.
Mr. Heat: Todo está estipulado en el contrato. Nosotros no obligamos a nadie a comprar nuestro servicio. Los clientes conocen los riesgos a los que se exponen.
MATERIABIZ: Más allá de su posible rentabilidad, le confieso que su negocio me parece repugnante. No me agrada la idea de que sólo los ricos puedan salvarse del desastre.
Mr. Heat: Yo sólo soy un empresario. No creo que sea mi deber juzgar por qué la humanidad enfrenta esta situación. Sólo intento encontrar una oportunidad donde todos ven una crisis.
Y cobrar esta cantidad de dinero por los asientos es la única forma que he encontrado para construir las naves y permitir que, al menos algunos, puedan perpetuar la especie.
¡Oh! ¡Pero qué descortés de mi parte! Ya hemos conversado por una hora y acabo de darme cuenta de que no le he ofrecido nada de beber...
(Mi garganta reseca pidió un vaso con agua. Segundos después, un asistente de Mr. Heat me lo alcanzó).
MATERIABIZ: Pero hay algo que todavía no comprendo. No traigo cien millones de dólares en mi billetera. ¿Por qué me cuenta esto justamente a mí? ¿Espera que lo ayude a conseguir clientes? ¿Qué he hecho para merecer este honor?
Mr. Heat guardó silencio. Y, aunque hubiera contestado, yo ya no habría podido seguirlo. De pronto, mi cabeza empezó a girar y las piernas se me aflojaron.
Era evidente que me habían puesto algo en el agua. Segundos después, la vista se me nubló y me desplomé.
Cuando desperté, estaba en mi oficina, con la cabeza sobre el teclado de mi notebook.
¿Fue todo un sueño?
No lo sé. En la entrevista no pude tomar notas ni utilizar mi grabador. Hoy no tengo forma de saber si realmente existe Mr. Heat o si todo se trató de una jugada de mi subconsciente.
Lo único de lo que estoy seguro es que, si se trató de un sueño, fue aterradoramente real.
Federico Ast
Editor de MATERIABIZ
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