Metafísica, ética, política, arte, retórica… Aristóteles escribió sobre los más diversos temas. Además, fue uno de los primeros gurúes de la economía...
Por Ricardo Crespo (IAE)
"Aristóteles, hijo de Nicómaco y Efestiada, nació en Estagira". Así comienza Diógenes Laercio su perfil biográfico del famoso filósofo del siglo IV antes de Cristo. "Dice [Aristóteles] que la virtud no es suficiente por sí sola para la vida feliz, pues necesita de los bienes del cuerpo y de los externos", sigue Diógenes.
Es decir, según la concepción aristotélica, para una vida buena y feliz no bastaba con ser prudente, justo, moderado, etc. Nadie puede prescindir de los bienes materiales. Precisamente, la economía se definía como el uso de esos bienes necesarios para la "vida buena".
Y donde hay bienes, hay producción. "Crematística" llamó Aristóteles a la actividad de fabricación o comercio. La moneda jugaba un papel destacado como instrumento de comparación e intercambio entre los diversos bienes.
Aristóteles ya concebía el riesgo de que la crematística se independizara de la economía y buscara, no ya satisfacer la necesidad, sino un enriquecimiento ilimitado. Eran los riesgos de confundir al medio (el dinero) con un fin en sí mismo.
¿Qué ocurre cuando en una sociedad se instala una mentalidad crematística "no natural"?
Todo acaba por desnaturalizarse. Oigámoslo de su propia voz: "Algunos convierten en crematística todas las facultades como si el producir dinero fuera el fin de todas ellas y todo tuviera que encaminarse a ese fin".
Por ejemplo, a pesar de que lo propio de la medicina es la salud, la medicina se convierte también en una forma de crematística. En esta sociedad crematística no natural, todo se tiñe de la intención de "producir dinero" (Política I, 9, 1258a 6-14). ¿Podría estar describiendo nuestros tiempos? ¿Vivimos una época donde "hacer dinero" es el fin de todas las actividades? ¿La crematística regula nuestras vidas?
La sabiduría de los grandes pensadores clásicos puede servir de guía frente a la confusa complejidad del mundo actual. El principal mensaje económico de Aristóteles es, pues, que la economía debe ser intrínsecamente moral.
En caso contrario, conduce a la decadencia personal y social. O dicho positivamente, las virtudes (pensemos en la honestidad, la honorabilidad, el amor al trabajo, la constancia, guardar la palabra empeñada, la competencia, el orden) son indispensables para el buen funcionamiento de una economía. Esta es una lección de Aristóteles para todos los tiempos.
Ricardo Crespo
Profesor de Economía del IAE, Escuela de Dirección y Negocios de la Universidad Austral
Por Ricardo Crespo (IAE)
"Aristóteles, hijo de Nicómaco y Efestiada, nació en Estagira". Así comienza Diógenes Laercio su perfil biográfico del famoso filósofo del siglo IV antes de Cristo. "Dice [Aristóteles] que la virtud no es suficiente por sí sola para la vida feliz, pues necesita de los bienes del cuerpo y de los externos", sigue Diógenes.
Es decir, según la concepción aristotélica, para una vida buena y feliz no bastaba con ser prudente, justo, moderado, etc. Nadie puede prescindir de los bienes materiales. Precisamente, la economía se definía como el uso de esos bienes necesarios para la "vida buena".
Y donde hay bienes, hay producción. "Crematística" llamó Aristóteles a la actividad de fabricación o comercio. La moneda jugaba un papel destacado como instrumento de comparación e intercambio entre los diversos bienes.
Aristóteles ya concebía el riesgo de que la crematística se independizara de la economía y buscara, no ya satisfacer la necesidad, sino un enriquecimiento ilimitado. Eran los riesgos de confundir al medio (el dinero) con un fin en sí mismo.
¿Qué ocurre cuando en una sociedad se instala una mentalidad crematística "no natural"?
Todo acaba por desnaturalizarse. Oigámoslo de su propia voz: "Algunos convierten en crematística todas las facultades como si el producir dinero fuera el fin de todas ellas y todo tuviera que encaminarse a ese fin".
Por ejemplo, a pesar de que lo propio de la medicina es la salud, la medicina se convierte también en una forma de crematística. En esta sociedad crematística no natural, todo se tiñe de la intención de "producir dinero" (Política I, 9, 1258a 6-14). ¿Podría estar describiendo nuestros tiempos? ¿Vivimos una época donde "hacer dinero" es el fin de todas las actividades? ¿La crematística regula nuestras vidas?
La sabiduría de los grandes pensadores clásicos puede servir de guía frente a la confusa complejidad del mundo actual. El principal mensaje económico de Aristóteles es, pues, que la economía debe ser intrínsecamente moral.
En caso contrario, conduce a la decadencia personal y social. O dicho positivamente, las virtudes (pensemos en la honestidad, la honorabilidad, el amor al trabajo, la constancia, guardar la palabra empeñada, la competencia, el orden) son indispensables para el buen funcionamiento de una economía. Esta es una lección de Aristóteles para todos los tiempos.
Ricardo Crespo
Profesor de Economía del IAE, Escuela de Dirección y Negocios de la Universidad Austral
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