Nacido en 1968 en Taipei (Taiwán), Chih-Luang Yang padeció la muerte de su padre a la tierna edad de dos años. A los seis, sin perspectivas en su Taiwán natal, su madre decidió mudarse a San José (California), donde el joven Chih-Luang adoptó el nombre por el que sería mundialmente conocido: Jerry Yang.
Jerry se recibió de ingeniero en Stanford y comenzó a cursar un doctorado. Sin embargo, no eran las aulas lo suyo. En aquellos tiempos románticos de la primera Internet, él se pasaba horas encerrado en su habitación de la universidad navegando por el incipiente ciberespacio. Preocupados, familiares y amigos decían: "¿Cómo va a ganarse la vida si no estudia?". Pero, ¿cómo iban a saber que de aquel hobby surgiría un negocio multimillonario?
En abril de 1994, en las aulas de Stanford conoció a David Filo, con quien entabló una profunda amistad (que pronto sería enormemente redituable). Estos dos fanáticos de Internet lamentaban el tiempo que perdían en la búsqueda de información. Así surgió la idea que fundaría el imperio: elaborar un catálogo de sitios interesantes y de fácil acceso para ponerlo a disposición de la comunidad académica de Stanford.
El proyecto, bautizado como "Yahoo!" (cuya traducción es "rufián"), empezó a funcionar en dos computadoras apodadas Akebono y Konishiki, en honor a dos luchadores hawaianos de sumo, uno de los pasatiempos preferidos de Yang.
Yahoo experimentó un descomunal crecimiento de usuarios de los cuatro rincones de la tierra. Muy pronto, las computadoras de Stanford empezaron a quedar chicas y los jóvenes emprendedores se mudaron a los servidores de Netscape en Silicon Valley. En abril de 1995, los dos socios abandonaron definitivamente los estudios para dedicarse de lleno a los negocios.
En 1996, Yahoo comenzó a cotizar en Wall Street y sorprendió a analistas por la velocidad en que había comenzado a generar beneficios. Con una planta estable de poco más de 800 personas, en épocas de la burbuja puntocom, el valor de mercado de la empresa superaba a monstruos como Disney y Coca-Cola.
Yang se convirtió en la cara visible del dúo, dedicando buena parte de su tiempo a dictar conferencias alrededor del mundo. Sin embargo, este joven multimillonario jovial y extrovertido asegura que prefiere chatear con sus amigos antes que ocuparse de las relaciones públicas de una de las principales corporaciones de internet.
Incluso, tampoco se avergüenza por confesar el secreto de su éxito: "Yahoo es un imperio accidentalmente nacido, no por sus méritos, sino por la suerte de haber estado en el lugar adecuado y en el momento justo".
de la Redaccion de materiabiz
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