A mediados de los setenta, los ejecutivos de la WT Grant, una de las mayores cadenas de tiendas de EEUU, concluyeron que la mejor forma de ganar clientes era ofrecer créditos. Así que pusieron en marcha un ambicioso plan en el que la presión a los jefes y empleados era piedra angular. Aquellos que no otorgaban suficientes créditos a los clientes eran sometidos a vejaciones públicas: a los empleados que no pasaban el corte se le lanzaban tartas a las caras, se les obligaba a arrastrar cacahuetes sobre el piso con sus narices o eran enviados al hotel en pañales. Resultado: los empleados se volvieron la mar de obedientes y diligentes y comenzaron a dar créditos a diestro y siniestro, sin comprobar si los clientes ofrecían garantías o no. WT Grant concedió 800 millones de dólares en créditos hasta su ruina en 1977.
Via Mangas Verdes
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